Pues bien, un grupo de investigadores del IGME, entre los que se encuentra nuestra Vicepresidenta Isabel Rábano, han publicado una reseña sobre esta colección, una vez concluido su estudio, en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. En este enlace podéis descargarlo.
En el estudio, se sostiene que la colección no es enviada a la península por Enrique Abella en 1897, sino que, probablemente se enviase en fechas anteriores, pues los Estudios de la Comisión del Mapa Geológico, impulsados por el ingeniero de minas Manuel Fernández de Castro, obligaban a los ingenieros destinados en Filipinas a mandar colecciones de rocas de soporte junto con las memorias y mapas que elaboraban. Buena práctica, sin duda.
La colección consta de 361 muestras de rocas, cuidadosamente “recortadas” y acompañadas de detalladas etiquetas manuscritas de la Inspección General de Minas de Filipinas y/o de la Comisión Geológica y Geográfica de Filipinas.
Sin duda un encomiable trabajo de rescate del patrimonio histórico, geológico y minero. Si algo echamos en falta es la publicación en formato electrónico y accesible del catálogo de la colección actualizado, aunque nos han prometido que lo están elaborando y que está en planes para ser publicado en 2020.