Ramón Pellico y Paniagua (1809-1876)
Ramón Pellico y Paniagua era natural de Benia de Onís (Asturias), donde nació el 19 de noviembre de 1809. Cursó la enseñanza secundaria en Oviedo. Se trasladó a Madrid para estudiar arquitectura, pero pronto le seducen las enseñanzas de Fausto Elhuyar en la Dirección General de Minas. Solicitó ser alumno pensionado en la Escuela de Almadén, en la que finalizó los estudios de ingeniería de minas en 1829. Las prácticas reglamentarias las realizó en las minas de Linares y Río Tinto, y fue destinado posteriormente, en 1834, a Almadén.
Al ser ascendido en 1840 a jefe de segunda clase del cuerpo de ingenieros de minas, se trasladó al distrito minero de Águilas, donde debía ejercer sus funciones repartiéndose entre las provincias de Murcia y Almería. Otro ascenso en marzo de 1844 le llevó al distrito minero de Valencia. Unos meses más tarde es llamado a Madrid para ocupar una cátedra en la Escuela de Minas, ya instalada en la Corte. Reemplazó a Joaquín Ezquerra del Bayo en la docencia de las asignaturas de mecánica aplicada, construcción y laboreo de minas, y más tarde geología y laboreo.
En marzo de 1854 comenzó su colaboración con la Comisión del Mapa Geológico al recibir el encargo de estudiar las cuencas carboníferas de Espiel y Belmez, en el marco de un programa de investigación de los principales depósitos de carbón del país. Previamente, en 1852, había presentado al ministerio un informe sobre las minas de carbón en Palencia.
Esos años colaboró también con la comisión hispano-portuguesa de ingenieros de caminos para fijar el trazado del ferrocarril entre ambos reinos. Entre 1860 y 1862 (año de su jubilación) fue director de la Escuela de Minas, y en representación de ésta, fue nombrado vocal de la Junta General de Estadística, en la que se ocupó de organizar los trabajos de las brigadas geológicas. En 1865 fue nombrado vocal de la Comisión de aplicaciones útiles a la geología, presidida por Casiano de Prado, y que no tuvo actividad por el repentino fallecimiento de este último
en 1866.
Promovió con Felipe Naranjo la creación, en 1840, de un periódico dedicado a temas mineros, la Guía del Minero, que en 1850 se transformó en la Revista Minera.
Fue miembro de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, cuyo discurso de ingreso versó sobre la “Importancia y aplicación de los estudios geológicos”. A su fallecimiento, ocurrido el 25 de abril de 1876, su sillón fue ocupado por otro eminente ingeniero de minas, Manuel Fernández de Castro.
Ya jubilado obtuvo del Gobierno los máximos honores de Inspector general de primera clase, en consideración a los buenos servicios prestados a lo largo de su carrera.
Más información:
López de Azcona, J.M. 1986. Mineros destacados del siglo XIX. Ramón Pellico y Pan y Agua. Boletín Geológico y Minero, 47 (4), 521-542.