¿Hemos encontrado unos ejemplares de la colección de Gómez Pardo en el Museo?
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¿Hemos encontrado unos ejemplares de la colección de Gómez Pardo en el Museo?
Hace unos meses, buceando entre los “cajones olvidados” del Museo, encontramos cuatro ejemplares que nos llamaron la atención. Tenían aspecto de ser muy antiguos, con etiquetas manuscritas en unas cajitas iguales de 6×4 cm, y no estaban catalogados.
Se trataba de una azurita de la Sierra de Cartagena, una calcopirita cristalizada de Santiago de Cuba, un cinabrio cristalizado de Mieres, y un cobre gris arsenical de la Isla de Luzón en Filipinas. Curiosamente no eran ejemplares muy comunes ni de localidades de “relumbrón” internacional; todos eran de territorios españoles en el siglo XIX y tenían que pertenecer a un experto mineralogista pues estaban bien cristalizados y datados, y además respondían a un mismo estilo de colección sistemático-regional y científico.
Por aquella época estábamos estudiando la colección de Filipinas y enviamos a analizar el cobre gris arsenical de Luzón, que resultó ser una enargita con algo de luzonita de la localidad tipo, Minas de Mancayán. Esto nos dio una primera pista pues hasta 1874, Tschemark no caracterizó la luzonita y, por tanto, los ejemplares tenían que ser anteriores. En 1833 se habían enviado al laboratorio de la Dirección General de Minas ejemplares de Mancayán para su análisis, siendo director entonces Lorenzo Gómez Pardo. Además, Isidro Sainz de Baranda, amigo personal y colega, había sido el Inspector General de Minas de Filipinas de 1838 a 1853, con lo cual es probable que hubiese enviado muestras a su amigo Lorenzo desde Manila, que éste habrá caracterizado como “cobre gris arsenical” (posteriormente enargita-luzonita).
Aquí continúan nuestras sospechas (no exentas de cierta especulación detectivesca, pues carecíamos de más datos):
- Que la azurita fuera de Sierra de Cartagena probaba que el ejemplar era anterior a 1860, que es cuando El Garbanzal, Portman y Herrerías se secesionan del municipio de Cartagena. Por aquella época, el Inspector del distrito era Ramón Pellico, amigo de Lorenzo Gómez Pardo.
- También eran conocidas las minas de cobre cerca de Santiago de Cuba, donde trabajaba como Inspector Manuel Fernández de Castro, discípulo de Gómez Pardo, que podría haberle enviado muestras de estas minas.
- El cinabrio de Mieres bien pudo ser enviado a su amigo y colega por Guillermo Schulz, que era el Inspector de Minas del distrito. Era crítico en la época encontrar nuevos yacimientos de mercurio alternativos a Almadén para la amalgamación de los metales preciosos.
Ya sabemos que es pura especulación, pero nos gustaría creer que el nexo común entre todas las piezas era uno: Lorenzo Gómez Pardo.
Es sabido que Lorenzo fue uno de los pioneros y primeros profesores de la Escuela de Minas de Madrid; que dirigió el Laboratorio de docimasia (análisis de minerales) de la Dirección General de Minas; que había sido encargado por Elhúyar para adquirir colecciones de minerales para la Escuela en 1828 y que juntó una de las mejores y mayores colecciones de minerales de Europa (que en gran parte se perdió en un incendio). Además, las características de los minerales coinciden en gran manera con su estilo de colección.
Gómez Pardo murió joven y su hermano José heredó todos sus bienes. A su muerte, el hermano legó todos sus bienes a la Escuela de Minas, entre ellos lo que quedaba de la colección de minerales, y se fundó lo que hoy en día conocemos como Fundación Gómez Pardo.
La colección pasó al Museo, pero numerosas reclasificaciones, mezclas, traslados, etc. hacen muy difícil, si no imposible, hoy rastrear e identificar su procedencia original.
Creemos que estos cuatro pequeños ejemplares corresponden a la colección original de Lorenzo Gómez Pardo, motivo por el cual sería muy importante desde el punto de vista de la historia de la mineralogía española, y un nuevo “redescubrimiento” en el Museo y en el patrimonio de la Escuela.
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